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Una nueva forma de enseñar español para que te muevas libremente por tu vida

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Lo que he aprendido de mis alumnos después de 6 años como profesor de español

28/03/2016 | Por Sergio 3 comentarios

Recuerdo mi primera clase. Tenía 21 años y todavía no había acabado con la universidad.

Empecé a probar opciones en mi vida. Una de ellas fue la de acudir a una ONG y dar algunas clases de español como voluntario.

Ya han pasado más de 6 años desde esa primera clase.

He aprendido varias cosas desde entonces. Digamos que gran parte de lo que he aprendido en la vida ha sido lo que me han enseñado ellos.

Permíteme explicártelo a continuación.

Experiencia como profesor
Experiencia como profesor

El aprendizaje es continuo movimiento

Vuelvo a repetir una idea fundamental: si queréis aprender cómo son las personas, trabajad con personas. Los principales intereses y miedos del ser humano no se conocen ni leyendo ni viendo documentales, sino interactuando con la persona que tienes a tu lado.

Y cuántas más personas sean, mejor.

El motor del aprendizaje: la curiosidad

El aprendizaje se mueve a través de una única vía de comunicación: el interés real, genuino y sincero por conocer algo.

¿Cómo experimentar ese interés? Moviéndote por el mundo utilizando el combustible más potente de todos: la curiosidad.

Si no eres curioso en esta vida, te pasarás toda tu existencia sufriendo algún tipo de minusvalía. La curiosidad es el verdadero motor del movimiento; moverte sin ella por el mundo significa desplazarte encima de un carro que está siendo empujando por alguien que no eres tú.

¿Qué sucede si no siento curiosidad por nada?

Encuéntrala en algún lado.

Sentir curiosidad pone en marcha una vida con movimiento y, especialmente, te obliga a permanecer dentro de ella. Si no sientes curiosidad por nada significa que has estado demasiado tiempo viviendo en el estatismo y tu vida se ha oxidado.

El ser humano es curioso por naturaleza. Si no sientes esa curiosidad, puede significar que hace tiempo que perdiste tu condición de ser humano por el camino.

Alumnos que sufren cojera

Abrimos curso nuevo. Nuevas caras, nuevos estudiantes. Niveles iniciales. Todos acuden por una misma razón: quieren aprender español.

¿Cuántos de ellos sienten un interés genuino, real y sincero por aprender esta lengua? Muy pocos.

El interés puede adquirir múltiples apariencias, pero el real se deja el vestido en casa y sale a la calle como Dios lo trajo al mundo.

El principal problema de querer interactuar con un elemento en el que puede subyacer movimiento, es acudir a él sin saber qué decirle. Se produce, en consecuencia, el movimiento de un cojo que camina con una pierna y esconde la otra.

Eso no es interés real. Esa persona no se expresa al mundo a través de un movimiento real ni genuino. Su curiosidad está tan oxidada como su vida.

Te voy a dar algunos puntos que deberían empezar a preocuparte si sientes o has sentido esa horrible cojera.

1. Tu QUIÉN cojea: querer aprender algo que no tiene nada que ver contigo

Acudes a clase y te sientas en una silla. Miras a tus compañeros: ellos han llegado allí con el mismo propósito que tú.

No obstante, es posible que luego se muevan en el aprendizaje con dos pies mientras que tú sólo lo hagas con uno.

No saber a ciencia cierta por qué quieres aprender una cosa no es siempre negativo. Es posible que tan sólo estés experimentando nuevas sensaciones, y experimentar para alcanzar el conocimiento que te permita descubrir si aquello se convierte en un nuevo elemento de interés, lo considero positivo.

Sin embargo, es negativo permanecer durante mucho tiempo en algo que ni te va ni te viene. Si no nace en ti esa curiosidad indomable, abandona esa idea antes de que empiece a oxidar tu vida, si es que todavía no lo está.

Quién eres tú y qué puedes obtener de ese aprendizaje debería ser tu primer paso. No saber cómo encajar ese nuevo elemento de aprendizaje dentro de tu propia identidad es una pérdida de dinero, tiempo y esfuerzo.

Descubre en primer lugar quién eres en este mundo y qué cosas están relacionadas con lo que quieres hacer en esta vida.

Ejemplo de cojera nº 1: quiero estudiar español para ver “qué tal es”

Llegas a clase con un firme propósito: quieres aprender español. Este mismo propósito puede subyacer bajo dos motivaciones diferentes:

  1. Mi vida se ha estancado y necesito realizar un gran movimiento, quizá marchándome a vivir a un país extranjero.
  2. Dispongo de tres horas libres cada semana. Me voy a poner a estudiar español a ver qué tal es.

El primer propósito quizá, y sólo quizá, podría encajar dentro del marco de quién eres en este mundo y qué quieres expresar en él. El segundo muestra la intención de alguien que quiere probar una nueva experiencia a través de un aprendizaje que le despierte un nuevo interés por un nuevo aspecto de su vida.

¿Cuál de los dos es el óptimo?

El primero muestra un nivel de autoconsciencia más elevado de su propia identidad dentro del proceso de aprendizaje. Demuestra, más que el segundo, que tras analizar su contrato de vida ha concluido que su vida se ha oxidado hace tiempo.

Sí, ese alumno ha venido de casa con movimiento.

Por el contrario, el segundo aventura  tan sólo una posibilidad. Desafortunadamente, bajo mi experiencia como profesor, estos alumnos que deciden estudiar español sólo para ver qué tal es, acaban demostrando un interés que no es ni genuino ni sincero; padece de cojera crónica y rara vez se le sana la pierna.

Al curso siguiente, si no antes, acaban desapareciendo.

2. Tu QUÉ cojea: cuando debes coger un trocito del pastel y te quieres llevar todo el restaurante a casa

Sí, es posible que sepas cómo encajar el aprendizaje dentro de tu identidad. Es posible que sepas que ese aprendizaje activará tu vida oxidada o te mantendrá dentro de la vía del movimiento.

Digamos que tienes claro que se puede convertir en una pieza fundamental que permitirá que tu identidad se exprese al mundo.

Ahora bien, ¿qué otro nivel de consciencia necesitas adquirir? Tus objetivos de aprendizaje.

La curiosidad te hace moverte por el mundo para saciar ese interés positivo que sientes. Llegar a conocer qué elementos te podrían ayudar a saciar ese interés es una cuestión de empezar a moverse y vivir experiencias.

No obstante, tanto te guste como no, para vivir en esta vida hay que leerse sus reglas. Existen límites.

O, mejor dicho, los límites que tú quieras establecer.

Ejemplo de cojera nº2:  quererse zampar toda la gastronomía española

El mundo es un lugar tan amplio como las diferentes vidas que habitan en él. Si la vida es abundante y variada, tienes que empezar a precisar en qué quieres centrarte de ella.

Aprender una lengua extranjera es sumergirse en un océano inmenso. Tienes dos opciones:

  1. Puedes tirarte al agua y nadar hacia ningún sitio, a ver si encuentras algo que te interese.
  2. Puedes coger una barca y remar hacia un lugar en concreto.

Recuperar tu identidad en este mundo conlleva ser consciente de que solo ocupas un pequeño lugar en algo que es enorme y parece no tener límites. Esto no sucede hasta que empiezas a ser consciente de quién eres en este mundo.

Si no lo eres, pasa lo irremediable: vas hacia un lugar que no es el adecuado y te tienes que volver. Si esto sucede una vez, no hay problema. Si esto sucede muchas veces, desistes de dar ni un paso más. Bienvenido, ya te has instalado de nuevo en el estatismo.

Primero sé consciente de quién eres en este mundo y qué relación guarda el español contigo. Luego sé consciente de lo inmenso que es una lengua extranjera y cíñete en aquello que te ayudará a expresarte al mundo.

¿Quizá sólo sea un nivel? ¿Quizá sólo sea aprobar un examen en específico? ¿Quizá ganar un poquito más de fluidez? ¿Mejorar en tu pronunciación? ¿Escribir mejor?

Recuerda, sólo un trocito del pastel.

No puedes llevarte toda la gastronomía de una cultura a tu casa.

3. Tu CÓMO cojea: llevo años aprendiendo pero todavía no sé cómo aprendo

Si estás inmerso en el proceso de aprendizaje, sería mejor que empezases a moverte con los pasos adecuados.

Alcanzar los objetivos que te hayas propuesto en tu propio proceso de aprendizaje es consecuencia de realizar una coreografía perfecta. Puedes sudar todo lo que quieras, pero una vez que das un paso, debería seguirle otro en la extensión perfecta. Ni un centrímetro más, ni uno menos.

Descubrir la forma correcta de cómo llegar hasta tus objetivos, debería ser el último punto de todos por una simple razón: este camino te lo mostrará la experiencia y el paso del tiempo. Ser consciente de cuál es tu mejor manera de aprender es fruto de la experiencia.

No hay otro camino. Bueno, sí, el de estar experimentando continuamente.

Ejemplo de cojera nº 3: mi profesor se encargará de enseñarme todo lo que necesito

Si llegas al aula y delegas todo tu proceso al profesor, el profesor te ofrecerá lo mejor que te puede ofrecer: una versión generalizada de aprendizaje para las 7 etiquetas que hay en clase.

No lo hace con mala fe. Enseña para un grupo variado de estudiantes o, lo que es lo mismo, para 8 individuos que tienen formas de aprender diferentes. Meter todo eso en una misma clase y explotar lo mejor de cada uno es hacer magia.

Si eres una etiqueta en esta vida te moverás por ella bajo esa condición, tus acciones estarán delimitadas por esa representación y lo máximo que la vida te ofrecerá será las características que figuran en un contrato firmado por una etiqueta.

Pasa absolutamente lo mismo cuando aprendes una lengua extranjera. El profesor es tu guía, pero saber hacia a dónde quieres llegar y cómo hacerlo en un mundo tan extenso como el de aprender una lengua extranjera debería ser un problema que te debería preocupar únicamente a ti.

Entre un proceso de aprendizaje formado por 8 etiquetas y 30, me quedo con las 8. Entre 8 etiquetas y un estudiante que sabe qué necesita y cómo quiere hacerlo, me quedo con la última opción.

En el caso de que el guía desaparezca y la habitación se quede a oscuras, sólo el que sea consciente de cómo aprender podrá seguir caminando con los dos pies.

Profesores que aprenden viendo cómo sus alumnos se mueven

En resumen, después de estos casi 6 años, me he encontrado a tres tipo de estudiantes, cada uno con un tipo diferente de movimiento.

En movimiento

Los que ya disponían de dos piernas llegaron a clase con un impulso especial, propio de aquellos que viven una vida con movimiento. Sabían quién eran y sabían qué papel iba a representar aprender español en sus vidas.

Una vez alcanzamos los objetivos que nos propusimos conjuntamente, me dieron las gracias y echaron a correr solos.

Llegaron a un punto en el que su proceso de aprendizaje necesitaba salir fuera del aula y tomar un significado especial en sus propias vidas.

En movimiento sesgado

Los que cojeaban llegaron a clase por su propio pie pero con un movimiento sesgado, como si quisieran echar a correr pero tardasen más que la mayoría.

Pocos sabían quién eran, aunque creían conocer qué papel iba a representar el español en sus vidas. Pocos alcanzaron los objetivos que se propusieron porque muchos de ellos no los habían establecido ni en su primera clase.

Les intenté ayudar a correr sólos, pero muchos abandonaron el camino del movimiento. Los pocos que lucharon hasta el final y lo lograron, consiguieron sanar y ponerse en movimiento.

Estos últimos han empezado a moverse en direcciones bien diferentes a las que le permitía su cojera.

En estatismo

Y los que se movían con carro llegaron a clase cuando alguien decidió empujarlos. Nunca llegaron por su propio pie, a pesar de que incluso podían haber experimentado algún tipo de movimiento al girar las ruedas con sus manos.

A pesar de tener su cuerpo presente durante todo el curso, el primer día ya habían desaparecido. Aceptaron que salir del carro y ponerse a caminar por su propio pie era una tarea imposible para ellos, por lo que decidieron que siguiese siendo siempre alguien ajeno a su propia identidad quien los empujase por la vida.

Decidieron seguir emulando un movimiento que no era el suyo.

¿Y el profesor?

Aunque no todos se movieron, yo hice y seguiré haciendo todo lo posible para producir algún tipo de movimiento en ellos.

Mi objetivo no es el de mover la vida de mis alumnos, sino la de impulsarla hacia adelante. Se trata de darles la posibilidad de que cojan la carrerilla necesaria como para que así puedan llegar allí dónde se hayan propuesto llegar.

Yo sólo puedo acompañarlos los primeros metros. Después son ellos los que tienen que hacer el resto del movimiento 😉

*****

¿También has sufrido alguna de estas cojeras a lo largo de tu vida? ¿Qué tipo de problemas has tenido a lo largo de tu vida como estudiante?

Archivada en: Formación profesor ELE, Vivir con movimiento

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Comentarios

  1. David Gonzalez Armas dice

    29/03/2016 en 11:19

    Hola Sergio, ¿Qué tal? Muy buenas las reflexiones que nos regalas de 6 años de experiencia.

    Preguntas si has tenido algún tipo de cojera!!! buuuuuuuf, una vez le dije a mi profesor de programación que nunca llegaría a trabajar de programador, porque lo odiaba, sin embargo hoy, trabajo de programador, sigo con la misma cojera…

    Muchas gracias Sergio.

    Responder
    • Sergio dice

      29/03/2016 en 12:34

      Buenas David,

      pues sí, ese tipo de cojera es bastante común. A veces me pregunto cuánto puede llegar a influir un profesor en la vida que tomará el alumno.

      Espero que seas feliz como programador, porque sino es posible que esa cojera te deje con el tiempo inválido

      ¡Gracias por pasarte!

      Responder
  2. Sergio dice

    29/03/2016 en 12:36

    Por cierto, si no os llegan mis publicaciones a pesar de estar suscritos a mi lista, mirad en la carpeta de SPAM.

    Seguramente estén allí.

    Responder

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