Ya hace año y medio desde que cogí mi primer avión destino Sarajevo. Había vivido una experiencia escandinava en Estocolmo lo suficientemente intensa como para decidir que me marchaba de mi país.
Antes hice una parada en Barcelona para terminar y presentar mi proyecto final de Máster y, una vez me lo aprobaron, tracé un nuevo camino en mi vida.

Sarajevo y el azar
Tengo a varios amigos que también decidieron emigrar. Todos empujados por la misma razón: encontrar una oportunidad de vivir una vida que era imposible de vivir al estar atados dentro desde el estatismo de nuestro país. Algunos, como yo, han seguido este camino de vida y ya llevan unos cuantos años fuera de casa ya que encontraron un motivo mucho más importante que el mero hecho de emigrar únicamente para encontrar un trabajo o tener un gran sueldo.
En mi caso, no me llamó la atención ninguna gran ciudad. Me llegaron ofertas de Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos… pero yo escogí un país más pequeñito y exótico. En realidad, no sabía absolutamente nada de Bosnia, más allá del conflicto armado (del que además tampoco sabía mucho, porque me cogió siendo bastante pequeñito).
Cuando me dijeron que podía ser una opción no me lo pensé. ¿Qué había de malo en estar una temporadita en un lugar del que sabía tan poco? Muchos me dijeron que las condiciones de trabajo en este lugar no iban a ser tan buenas como por ejemplo en Alemania, pero todos los que decían esto compartían una cosa en común: nunca habían emigrado y nunca habían estado en Bosnia.
Antes de que fuese septiembre ya estaba volando hacia Sarajevo, con escala en Alemania, por supuesto. Había que contentar a todas las partes.
5 cosas que he aprendido en Sarajevo
Después de año y medio, puedo empezar a entrever qué ha aportado Bosnia en mi vida. Son tantas cosas y tan diferentes, que sería imposible escribirlas todas, así que me ceñiré únicamente a las cinco que considero más importantes.
1. No está en guerra
La ignorancia de las personas que no han viajado por estos lugares hacen suponer que Sarajevo aún está sitiada o que el pueblo aún se encuentra armado y listo para entrar en batalla. Nada de esto es cierto.
El conflicto pasó hace más de 20 años y lo único que queda de él son ciertos edificios aún con la metralla en sus fachadas. Sarajevo es más segura que ciudades como Madrid o Barcelona; puedes pasear por la noche por sus calles sin sentirte en ningún momento amenazado.
Eso sí, a pesar de esos 20 años, aún puedes sentir cierto halo de posguerra. Si bien el conflicto hace años se acabó, todavía no se ha producido una recuperación económica que haya situado Sarajevo en el mismo nivel que antes de la guerra. Un extranjero puede detectar cierto ambiente a posguerra en el aire, como una especie de pesimismo en el día a día del sarajevita que todavía no ha decidido a marcharse.
2. La oscuridad
Tuve mi primer contacto con la oscuridad cuando viví en Estocolmo. Para una persona que ha nacido y vivido en España, nunca se llega a plantear cómo puede afectar a su forma de vida un lugar dónde a las cuatro de la tarde ya es casi de noche.
Esto sucede en Sarajevo en los meses de invierno. No sólo oscurece antes, sino que parece como si la ciudad se paralizase y la energía se fuese a dormir. Apenas se ven personas por las calles; apenas encuentras clientes en las kafana(s); apenas encuentras vitalidad ni en energía en las personas. Sarajevo entera duerme y nadie puede despertarla.
Los turistas que hayan venido a Sarajevo durante el verano nunca podrán entender cómo cambia la ciudad en invierno. Un cambio total y drástico que pocos conocen.
Eso sí, como decía un amigo mío mexicano que estuvo viviendo durante varios años en la ciudad, “es todo una experiencia sobrevivir aquí el invierno” porque te obliga a reinventarte y a adquirir nuevos patrones de ocio y diversión sino quieres acabar deprimido en la oscuridad.
3. Vida barata
Si alguien ha sido Erasmus y ha vivido en alguno de los países de la Europa del Este, se habrá sorprendido de lo poco que cuestan las cosas. El hecho de vivir en un lugar dónde todo cuesta aproximadamente la mitad que en Barcelona, por ejemplo, da lugar a la posibilidad de modificar ciertos parámetros sobre cómo vivir la vida día a día.
Puedes salir más de noche; puedes vivir en tu propio apartamento apenas pagando 50 euros en gastos; puedes viajar más por la región (excepto Croacia); en definitiva, sientes que tienes más libertad para hacer cosas en tu vida.
No obstante, es una falsa libertad, porque si bien todo es más barato, tiendes a consumir más y, tarde o temprano, te acabas dando cuenta de que estás gastando casi o igual que cuando estabas en Barcelona.
Eso sí, tendrás que seguir manteniendo los mismos ingresos que un español si quieres disfrutar de la posibilidad de vivir más barato.
4. El verdadero ocio está en la conexión
Sarajevo es la capital y la ciudad más poblada de Bosnia, con apenas 300.000 habitantes. Una localidad con este número de población lo llamamos en España, con todos mis respetos, un pueblo.
Si bien la vida que ofrece es barata (para el que tenga sueldo español), las posibilidades de ocio y de tiempo libre son más bien limitadas. Apenas hay 8 o 10 lugares para salir por la noche que no entren dentro de la catalogación de pub o kafana, así que después de 4 o 5 meses es posible que ya hayas visitado y experimentado todo el posible ocio nocturno de la ciudad.
No obstante, del mismo modo que Bosnia es una ciudad desconocida (e ignorada) para la gran mayoría, se esconde en ella un gran número de pequeños lugares a los que visitar. En estos lugares, a su vez, se esconden bastantes extranjeros que, como yo, decidieron pasar parte de su tiempo en esta ciudad.
Y es ahí dónde se encuentra el verdadero ocio de Sarajevo.
Es difícil creer que en Sarajevo viven tantos extranjeros como en realidad viven. Y es que esta ciudad suele ser una parada obligatoria para el turista que está viajando por los Balcanes, por lo que es bastante común encontrarse con ellos y compartir historias.
Son estos turistas y extranjeros, bajo mi propia consideración, el verdadero “ocio” de Sarajevo. Poder sentarte con ellos, charlar mientras te tomas una cerveza (o cinco; al ser tan baratas…) y compartir historias y perspectivas del mundo, no tiene precio.
Este ocio tan cálido y honesto es difícil conseguirlo en una gran ciudad de Europa.
5. Las distancias son relativas
Todos los europeos estamos acostumbrados a conducir por autopistas y a utilizar transportes de calidad para movernos de un lugar a otro. Desgraciadamente, los transportes y sus infraestructuras no son el punto fuerte de Bosnia.
Apenas hay 50 kilómetros de autopista. Los transportes, concretamente los trenes, no han sido actualizados desde períodos antes de la guerra. Además, si sumamos que el paisaje es esencialmente montañoso y rural, las distancias son engañosas.
Un trayecto Sarajevo-Zagreb en el que hay unos 400km, se puede volver un viaje insufrible de más de 7 horas en coche y unas 9 en un tren en el que ni existe aire acondicionado ni bar-cafetería donde comprar algún tipo de snack.
Por no decir si queremos volar hacia el aeropuerto de Sarajevo. Si buscas una opción diferente a la de volar a Alemania o Suecia, vas a tener que realizar casi con total seguridad una parada en algún aeropuerto europeo. Es un hecho: salir de Bosnia o entrar en ella cuesta horrores.
Por el contrario, vas a poder disfrutar de paisajes increíbles, con montañas, ríos y extensiones repletas de vegetación sin límite.
Así que ármate de paciencia; Bosnia exige un modo de vida tranquilo y que empieces a poder apreciar elementos de gran belleza desde la tranquilidad de un movimiento sin prisas.
Sigue tu propio camino
El mundo es un espacio mucho más amplio de lo que te han hecho conocer. Puede proporcionarte lugares repletos de oportunidades. Estas oportunidades no siempre se encuentran en las grandes ciudades, ni tampoco en aquellas que todo el mundo conoce o ha visitado con tanta frecuencia desde su condición de turista etiquetado.
El mundo es amplio y te está llamando a que le conozcas. Únicamente necesitas vivir con movimiento, experimentar la firme decisión de moverte allí dónde creas que puedes obtener una vida que sería imposible experimentarla estando sentadito en el sofá de tu casa.
Nunca sigas recomendaciones de personas que no han experimentado aquello que prometen decir que es verdad. Las ciudades pequeñas o no tan visitadas son, en bastante ocasiones, ignoradas y malinterpretadas en cuanto a lugares en los que no se debería pasar ni un segundo de nuestra existencia.
Nunca sabes lo que te podrá proporcionar una ciudad hasta que no vayas allí y la empieces a experimentar. En el caso de que no te gusta lo que ves allí, siempre podrás hacer lo mismo que hiciste cuando pusiste tu pie allí: volver a moverte.
Sólo moviéndote vas a poder alcanzar la libertad que un día soñaste. No existe otro modo.
A mí la oferta de ocio no me pareció en absoluto limitada, si bien los museos no están muy actualizados hay bastantes para verlos y volver conforme vas aumentando el nivel de bosnio.
Otra cosa que me llama la atención es la hospitalidad, no son pocas las veces que me he sentado a tomar un café en una mezquita mientras la visitaba porque el imán (muchas veces árabe) o el personal de la misma me querían contar historias etc. Eso nunca te pasará en una iglesia o catedral española.
La música en directo en pubs y cafeterías los viernes y sábados no pasa tampoco desapercibida aunque al final acabes mareado del humo del tabaco, salir “a tomar el aire” con las temperaturas invernales no es mejor opción, además si te cansas del folk siempre puedes mirar donde hay conciertillos de yugorock o música más modernilla con gente más joven.
Luego tienes la oferta gastronómica que es impresionante (hay vida más allá del čevapi) y con lo que te gastarías en un restaurante español medio puedes cenar en edificios de lujo como el restaurante de la cervecera Sarajevsko o el restaurante-museo frente a la biblioteca.
El tema de dar la chapa a los extranjeros y españoles que van de paso no es una opción, al final siempre te puede la morriña y escuchar una voz en español, catalán o inglés ejerce una fuerza de atracción tan fuerte que siempre acabas de birras o cafés compartiendo historias ya que muchas veces no sólo los buscas, ellos también buscan un nexo con la sociedad en la que acaban de desembarcar que aunque exótica al principio se asemeja mucho a la nuestra.
Lo de la luz comparto que es muy raro, pero más que la oscuridad a mí me llama la atención la hora a la que amanece, si te acuestas a las 12 y tu piso carece de persianas (lo habitual) vas a estar desde las 5:30 dando vueltas en la cama escondiéndote del Sol mientras el minarete de turno te recuerda la hora, aunque conforme llega el invierno te adaptas.
Me alegra ver que hay más españoles por la zona y que sus experiencias son bastante similares a las que he vivido, al final 10 horas de bus o tren se te hacen hasta cortas sólo con los paisajes y la compañía. No dejes de compartir tus experiencias Sergio.
Tienes razón, no comenté el tema comida.
La comida es una de las mejores cosas de aquí sin lugar a dudas, pero hay que tener cuidado con el colesterol, que la comida bosnia está muy rica pero puedes empezar a hincharte y a ganar peso. No son pocos los que después de un año han engordado 2 o 3 kilos de placer culinario bosnio.
Y también estoy de acuerdo con el tema de la luz. En Suecia me llegué a acostumbrar, pero como las persianas españolas en casa no hay nada. Tarde en acostumbrarme bastante a la iluminación por la mañana, pero ahora ya no tengo problemas.
¡Saludos!
Interesante, un destino posible donde ir, aunque sea para probar. Quizá cueste dar el paso de dejarlo todo y luchar por tus sueños, pero por algo se empieza. Un saludo!
Pues sí, los Balcanes todavía no sufren la macro masificación de turistas que sufren las principales ciudades europeas, aunque cada vez están mas cerca y más turistas deciden visitar estos países.
Una escapadita por los Balcanes y especialmente a Bosnia no hacen mal a nadie
¡Un saludo!
¡Hola, Sergio!
Llegué a tu blog hace algún tiempo y ahora he vuelto a dar con él, así que me voy a suscribir para quedarme por aquí 🙂
Estuve en Bosnia hace un par de años junto a Croacia – Eslovenia. A mí, Sarajevo me marcó mucho por su ambiente de posguerra, como bien dices. El ver aquellas calles con edificios destruidos, con marcas de bala por todas partes, el hecho de que la misma ciudad solo esté construida al 80%, las minas antipersona en las carreteras, la mezcla de culturas por todas partes… Me fascinó y me entristeció a partes iguales. Visité el túnel de la esperanza que cavaron cerca del aeropuerto en un tour guiado y se me rompió el corazón pensando en todo lo que se tuvo que vivir en el asedio.
Aun así, se respiraba también en la ciudad y sus gentes las ganas de continuar adelante, de vivir cada instante, de modernizarse y solo espero que se pueda cumplir y pronto. Es un país fascinante, con una historia reciente muy dura pero que merece muchísimo descubrir 🙂
¡Un saludo!
¡Hola María!
Bosnia y especialmente Sarajevo es uno de estos lugares que merece visitar por lo menos una vez en la vida. No lleva mucho tiempo porque Bosnia no es un país enorme ni Sarajevo una ciudad grande, pero captar la esencia del lugar es algo irrepetible.
Todos los que han estado por aquí captan esa esencia y nunca pueden describirla con exactitud. Es una fuerza que les empuja a residir aquí, una mezcla de melancolía y felicidad.
Hola Sergio! Sigo viendo post de Sarajevo en tu blog, muy interesante todo la verdad. Me muero de ganas de ir, ya me queda menos para visitar Bosnia…
Sigo al post de cómo llegar a Sarajevo, que nosotros iremos desde Dubrovnik y es un tema ‘complicadillo’ dentro de nuestro viaje
Gracias por compartir estas vivencias en el blog!
En esta época del año Sarajevo ya va saliendo del oscuro invierno y el paisaje cambia totalmente. Desde Dubrovnik puedes pasarte por Mostar y luego coger un tren hasta Sarajevo
Hola, una amiga y yo planeamos ir a Sarajevo a vivir aunque sea unos meses desde México ¿Tienes alguna información sobre el precio de las visas luego de los 90 días?
Ni idea, Eliana; soy español y lo máximo que necesito para entrar en Sarajevo es mi DNI y un “visado amoroso” 🙂